Sobre el origen de nuestro pueblo Santa Lucía

Este servidor, durante la lectura del presente discurso.

DISCURSO EN CONMEMORACIÓN DEL 388 ANIVERSARIO DE LA PRIMERA FUNDACIÓN DE SANTA LUCÍA

23 de enero de 2009

¿Qué nuevas cosas podremos narrar acerca de nuestra Santa Lucía? Qué hemos hecho nosotros, sujetos activos de la historia, para dejar constancia de nuestras acciones individuales o colectivas? ¿Acaso nosotros, seres comunicantes, hemos registrado los nuevos hechos, las acciones de nuestra generación, del presente, para que sean conocidas por quienes nos seguirán, en vez de seguir repitiendo estérilmente, año tras año y autor tras autor, lo ya conocido y gastado, sin nada nuevo qué agregar y que merezca la curiosidad indómita de buenos investigadores? ¿Quién ha obviado las diferencias culturales o políticas que siempre dividen al hombre y osó vez alguna contar la historia de nuestros hermanos y hermanas venidos de Vargas o los aciertos de una gestión que finalmente converge en esa poderosa «panacea social» llamada Poder Popular?.1

Estas y otras interrogantes fulminan desde hace ya mucho tiempo mi intelecto, cuando pasaba horas sumergido en los pocos libros que podrían contarme a mí, venido a este pueblo desde la capital hace 15 años, acerca de nuestro pueblo, su historia, y guiarme sobre qué podría yo agregarle de valor y novedad. Tenía por entonces tan sólo 13 años.2

Santa Lucía,

 

Dulce tú, pueblo, en laudes coronado,

Por recias cumbres y campos ya sembrados,

Perla luciente, bella madre mía,

Santa Lucía.

 

Si te empeñaste en que a ti yo te escribiera

De tus paisajes así yo consentido,

En tus tranquilas calles y tus lares

Yo aquí me quedo.3

Santa Lucía, llamada «del Tuy» por unos, «de Pariaguán» en sus orígenes, y «del Guaire» por críticos y muy serios historiadores,4 nació originalmente entre las frías y húmedas montañas del sureste de Caracas como una «encomienda», un día como hoy, 23 de Enero de 1621. Venidos desde el recién fundado pueblo de Baruta, un tropel de hombres y mujeres de casta aborigen y guiados por el juez poblador Don Pedro José Gutiérrez de Lugo y el juez comisario y representante de la Iglesia Católica, Padre Gabriel de Mendoza, hasta el sitio de «Paria-Húa», que en lengua caribe significa «Mar Eterno» o «Gran Valle», fundando en la cabecera de la legendaria y mágica quebrada de Prepo, que en lengua mariche quiere decir «caña brava», lugar que fuera durante la invasión española hogar de una pequeña tribu de igual nación y subordinada al mandato de los caciques Tamanaco y Aricabacuto.

España empuñaba, una vez más en un olvidado e inhóspito lugar de nuestra América del Sur, la espada y la cruz. Quedaba así compuesta la nueva comunidad, integrada por indígenas de raza otomana, cumanagota, mariche, caquetía y caraca, mezcla que hicieran los españoles como método para destruir la unidad e identidad de nuestros pueblos aborígenes, con el fin de facilitar su dominación. Desde ese momento y por un poco más de 80 años, la primigenia Santa Lucía vivió, a la luz de los documentos que dicen de sus primeros días y que se han hallado, en parte, en San Diego de Los Altos y otros archivos eclesiásticos,5 como una comunidad pacífica dedicada a las labores del campo y al aprendizaje de la doctrina cristiana, de la mano de sacerdotes, aquellos curas llamados «doctrineros», encargados de instruir a los indígenas en religión y en los europeizantes aspectos de la cultura invasora. Cabe destacar que hace poco pude darme cuenta que, para el momento de esa «primera fundación» -después vendrían la segunda, que se cree forma parte de las muy bien conocidas por nosotros como «Ruinas de la Ermita de Macuto», y la tercera, obra de vida de nuestro visionario Padre Marcos Reyes Cueto y que conforma nuestro actual pueblo- asistió al acto un personaje nativo llamado por los españoles «Don Diego de Baruta», al parecer principal o cacique de los indios encomendados que formarían a esa primera Santa Lucía y a los pueblos de Baruta y Petare. Hace años leí acerca de la historia de este personaje, que fue cacique de los indios teques y caracas, hijo y heredero de la corona de cuatro plumas que llevaba su padre, el gran cacique «El que gobierna las “Muchas Aguas” (¿Gran Valle? ¿Gran Nación?), Púa Aguda», Kuapo-tolli Waika E’puru ,6 o para nosotros simplemente Guaicaipuro. Dicho personaje parece haber sido el mismo Cacique Baruta, ya entrado en años, puesto como “principal” de estos nuevos poblamientos o encomiendas.7 Entre el 14 de febrero 1696, fecha en la cual se registra el último entierro en el sitio de Pariaguán, y el 6 de junio de 1700, dicha comunidad primera de Santa Lucía parece haberse visto sumergida en una pequeña «edad media»: enfermedades, discrepancias entre caciques y pobladores, la fiereza de la naturaleza del lugar, el difícil acceso de los animales de carga… en fin, situaciones que no están documentadas pero que suponen un motivo para que hayan abandonado esa primera Santa Lucía. Encontramos por entonces a un grupo de indios desgajados de esa encomienda poblando un segundo sitio, llamado por ellos «Messi» o «Sitio de las Yeguas o Yaguas», esto hacia el año de 1702, y muy a pesar de los esfuerzos de la Corona Española y el Gobernador de la Provincia de Venezuela, nunca pudieron volverlos al abandonado sitio de Pariaguán, por las dificultades de llegar de nuevo hasta aquel lugar. Se fundaba así, el actual pueblo de San Diego de Los Altos.

Pero un segundo grupo de indios, aquellos que se resistieron a la mudanza de lugar desde Santa Lucía de Pariaguán hasta Messi, apelando a que «Pariaguán era el sitio de sus ancestros», aguantó por muy poco tiempo los desaires de esa naturaleza boscosa y húmeda a orillas de la quebrada Prepo, y rompiendo con el lazo que los unía al «lugar de sus ancestros» terminaron huyendo de la inclemencia del agua, el barro y las enfermedades, bajando por dicha quebrada de Prepo hasta la quebrada Tusmare o «Río Primero» en lengua mariche, pasando luego al Río Guaire, donde pudieron haber embarcado para bajar a otro pequeño valle, que los indios tamanaku de la nación mariche denominaban «Súa-Paria» y «Chi-quir-quir», en lengua caribe «Pequeño Valle» o Soapire, y «Hasta aquí los Quiri-Quires», nuestro amado Siquire.

A orillas del Río Guaire, en una pequeña meseta frente a la desembocadura del Río Siquire, y siguiendo, a pesar de los más de 80 años de españolización, la costumbre religiosa de los Mariches de erigir sus templos o «naguas» en sitios altos, aquel segundo grupo de pre-luciteños se estableció de forma desordenada, construyendo de barro, piedras y caña amarga la Ermita de Macuto. Permanecería este grupo humano en ese nuevo lugar durante 50 años. La comunidad estaría desde 1700 hasta 1721 sin cura doctrinero.

Corre el año de 1739. Al sitio de la «Ermita de Macuto de Santa Lucía y Siquire», lugar que poco a poco fue convirtiéndose en lugar de congregación católica de negros esclavos e indios de las más de 26 haciendas del lugar, habíase llegado desde Guarenas un laborioso franciscano de 31 años,8 que vio en esa segunda población de Santa Lucía la posible materialización de una obra para Dios y para el Rey: construir un pueblo mejor distribuido urbanísticamente y habitado por buenas y trabajadoras almas. Demostraba así su carácter de visionario, de hombre interesado por el colectivo, de hombre social, en desapego de las cosas materiales. Diez años más tendrían que pasar para que las ideas de nuestro Padre Reyes Cueto pudieran cumplirse, pues el 13 de Diciembre de 1949, Día de Nuestra Patrona Santa Lucía Virgen y Mártir, fue nombrado como cura propio de Santa Lucía.

A partir de ese momento comenzó un debate entre la disposición de Reyes Cueto para mudar el pueblo a mejor sitio y el egoísmo de algunos de los 26 hacendados que se negaban a que esto se hiciera realidad, diatriba que el hábil franciscano supo contrarrestar en 1750 a través de un poderoso y magnífico alegato al Rey, denominado «Razones sobre el por qué hacer un pueblo» (sic). Ese mismo año, el Provisor y Vicario General Don Pedro Thamarón y el Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, Don Julián Arriaga, otorgan los permisos necesarios para que se mude el pueblo al sitio de «Agua Bendita» y se construya un nuevo templo con todo lo requerido por el para entonces estricto ritual eclesiástico. Entre el 19 de marzo de 1751 y el 3 de abril de 1755, el ahora Presbítero Marcos Reyes Cueto, hombre de consenso e inestimables valores socialistas, dio rienda suelta a su empeñosa y proverbial hazaña de cristiana caridad: construye el actual Templo y Santuario parroquial de Santa Lucía con la ayuda de esclavos, indios y pardos, a la vez que dona sin gravamen alguno y ad infinitum todas sus tierras a los más pobres, tierras que hoy por hoy conforman esas perfectas cuadras y calles de nuestra eterna Santa Lucía, a la cual amamos, admiramos, cantamos, pintamos y gobernamos. Sigamos, pues, esa senda que nos trazó Reyes Cueto, haciendo de su enseña nuestro lema:«Para edificar y plantar».9

 

 

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1 En este primer párrafo y a manera de introducción, usando la figura de las «preguntas retóricas», reflejo aquello que ha sido siempre mi inquietud: ¿quién se ha encargado de registrar la historia reciente? Sabemos que muchos podemos acumular hechos y acciones durante un determinado período de tiempo, que si los difundimos oralmente pueden caer en la simple anécdota o leyenda y que si, por el contrario, los anotamos o recogemos de forma escrita pueden perdurar por siglos, contando con exactas palabras esos hechos y acciones del presente. Es un grito al colectivo para que asuman el registro de la historia reciente, sin alejarse de lo pasado.

 

2 Ciertamente pasé muchas veces recostado sobre algún libro que me hablase de la historia de ese pueblo al que vine a vivir por disposición de mis padres, muchas veces metido en la Biblioteca Pública.

 

3 Este pequeño poema, escrito imitando los sáficos del poeta clásico Horacio, es un pequeño homenaje a esa disposición mía de no querer abandonar el pueblo al que me debo.

4 «Santa Lucía, llamada «del Tuy» por unos, «de Pariaguán» en sus orígenes, y «del Guaire» por críticos y muy serios historiadores», referencia semi-satírica que hago sobre aquella confusión a la que a veces tendemos los luciteños cuando tratamos de referenciar geográficamente a nuestro pueblo. Santa Lucía del Tuy, usada hasta por una prestigiosa casa de estudios privada de esta ciudad, a mi parecer, está mal que se use, pero es del común del colectivo. Santa Lucía de Pariaguán, a mi juicio, la mejor acepción como nombre, pues se ajusta a nuestros orígenes y respeta la toponimia ancestral, pero desafortunadamente poco conocida por las nuevas generaciones. Y, finalmente, Santa Lucía del Guaire, otra acepción justa para una versión extendida de nuestro común gentilicio, pero que horrorizaría a cualquiera, pues «Guaire» ha pasado a ser sinónimo de «sucio, asqueroso y detestable». Esta última forma de llamar a nuestro pueblo fue profusamente utilizada por el historiador tuyero Diógenes Molina, en su edificante libro El Granero de Caracas, «un crítico y muy serio investigador».

5 El acta de fundación de Santa Lucía de Pariaguán -esa encomienda en la cual insisto que ha debido ser la primera fundación de nuestro amado pueblo- fue hallada en el Archivo Arquidiocesano de Caracas por el Lic. Álvaro García Castro, cuando era este miembro investigador de la Fundación Polar.

6 “Kua” = agua; “po” = partícula aumentativa que significa “mucho, bastante”; “tolli” o “tori” = El que gobierna, literalmente “la montaña”, de “to”, que significa “cerro”. Sobre el nombre de Guaicaipuro en dialecto aractoeque de la lengua Caribe: “waika” = flecha, púa; “e’puru” = ponzoña, agudo. Una traducción más exacta sería “La montaña que gobierna la gran nación, ‘Flecha Envenenada’”.

7 Para este dato importante sobre la posible presencia del cacique Baruta en la primera fundación de Santa Lucía reseñaré en otra entrega el relato completo de estas afirmaciones, basado en la información que digo haber hallado y contrastado.

8 Si tomamos como fecha de su nacimiento el año 1720 (García Castro, en su Cronología de Santa Lucía 1560 – 1749 – 1821) es posible que el Padre Marcos Reyes Cueto, fundador del pueblo de Santa Lucía en su sitio actual, haya tenido 31 años de edad para cuando llegó a la Ermita de Macuto.

9 En el documento escrito por el Padre Marcos Reyes Cueto como alegato al Rey, en latín “Ut Edifices et Plantes”, parece ser esta su enseña o frase impulsadora de su proyecto de refundación.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

 

 

 

 

GARCÍA CASTRO, Álvaro. Cronología de Santa Lucía 1560 – 1749 – 1821. Publicación de la Alcaldía de Paz Castillo, 1995.

 

NAVAS MORALES, Santiago. Anécdotas y Gente de Santa Lucía. 2da Ed., Los Teques, 1992.

PERERA, Ambrosio. Orígenes Históricos de Santa Lucía. Artículo que forma parte del libro Santa Lucía de Pariaguán. Un pueblo del Estado Miranda (1621 – 1981), pp. 11-17. Tomado a su vez del libro del referido autor Caracas. Siglo XVII. Tres primeros pueblos, 1967, pp. 73-80.

DE ARMELLADA, Fray Cesáreo. El Rdo. Pbro. Bachiller Marcos Reies Cueto, fundador de la Iglesia y Pueblo en el Valles de Santa Lucía (1749 a 1979). Artículo que forma parte del libro Santa Lucía de Pariaguán. Un pueblo del Estado Miranda (1621 – 1981), pp. 19-27.

MARIANCHICH, Fray Mariano. Calendario del Pbro. Br. Dn. Marcos Reies Cueto. Artículo que forma parte del libro Santa Lucía de Pariaguán. Un pueblo del Estado Miranda (1621 – 1981), pp. 29-34.

 

MOLINA CASTRO, Diógenes. El Granero de Caracas. Los Valles del Tuy: Del señorío colonial al urbanismo perolero. 1era Ed., FEDUPEL, 2002.

 

ALVARADO, Lisandro. Glosario de Voces Indígenas de Venezuela, de 1921, y Datos Etnográficos de Venezuela, de 1945.

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7 comentarios el “Sobre el origen de nuestro pueblo Santa Lucía

  1. manuelg dice:

    Amigo Carrasco: Reciba nuestra felicitación a nombre de Tucuy A.C., es una loable iniciativa merecedora detodo género de apoyo,nosostros desde Tucuy estamos dispuestos a colaborarle en la medida de nuestras posibilidades. Vamos, en la Edición de agosto, a publicar su artículo, el nos parece excelente, además vamos a cololocar un link con su blog. De paso le invitamos a próxima reunión de Tucuy, para estrechar lazos de amistad y de trabajo común. Esta reunión será EN Cúa el próximo sábado primero de agosto a la una de la tarde en la Casa Natal de Ezequiel Zamora, en la calle Zamora a dos cuadras de la Iglesia. AGRADECEMOS SU COOPERACIÓN Atentamente: Prof. Manuel V. Monasterios G. Presidente de Tucuy

    • apuntesdehistorialocal dice:

      Saludos profesor!

      De verdad muchas gracias por la invitación que me hace, la cual ya tengo anotada en mi agenda semanal, con lo cuál le confirmo que estaré en la dirección que me detalla. Es para mi un honor poder colaborar con su proyecto, que además es la iniciativa de un equipo con afinidad y ganas por rescatar esa memoria histórica que muchos tuyeros desconocen, sin saber cuán rica es en detalles, anécdotas y hechos de importancia para la región y el país. Los luciteños no nos queremos quedar atrás, por lo tanto queremos aportar nuestros trabajos. Los Valles del Tuy es una región con una impresionante historia, historia que traspasa umbrales conceptuales como la geografía y sociología, detalles que esconden frágilmente lo que somos hoy, históríca, política, social, cultural, geográfica y urbanísticamente. Si escudriñásemos, por ejemplo, el pasado geográfico de los Valles del Tuy, sabríamos hacia dónde orientar hoy las directrices en materia urbanística, histórica, agrícola y de servicios… pero eso ya es materia de una nueva visión con respecto a estos nuestros Valles del Tuy. Reitero mi agradecimiento y saludos, además de mi presencia este Sabado 1 de Agosto en la reunión.

  2. Alvaro García Castro dice:

    Estimado profesor Carrasco,

    Me he deleitado, aunque tarde, con sus palabras en pro de la historia de nuestra querida Santa Lucía, que ha sido todo eso: de Pariaguán, del Guaire y del Tuy. Quisiera participarle que, aunque retirado, he continuado escribiendo cosas y tengo sin publicar una historia de Santa Lucía desde sus orígenes hasta el siglo XIX, producto de interminables pesquisas por los archivos. Sólo hace falta quien la quiera imprimir. Me he dirigido a la alcaldía, y al antiguo amigo, el profesor Avila, pero nunca recibí respuestas y como ya no resido en Venezuela, no me he podido acercar por allá. ¿Sabría Usted quién podría correr con esos gastos? Creo que Santa lucía se lo agradecerá.

    Un cordial saludo.

    Alvaro García Castro

    • apuntesdehistorialocal dice:

      Es un honor para mí tener en este humilde blog, el cual creé con la finalidad de plasmar algunos de mis trabajos en pro del rescate de ciertos aspectos históricos locales, un comentario de parte de Ud., quien junto al Padre Mariano -ya fallecido- se dedicaron a armar gran parte de ese rompecabezas que constituía la historia de este, mi pueblo, Santa Lucía. La providencia ha querido que nos hayamos puesto en contacto a través de este medio y en un ambiente que honra a la historia luciteña, pues actualmente me desempeño como Jefe de la Oficina de Relaciones Públicas de la Alcaldía de Paz Castillo, desde donde he venido compartiendo un trabajo, documental y sobre todo fotográfico, con el profesor y actual Cronista, Juan R. Ávila, con la idea desinteresada no sólo de satisfacer mi necesidad natural de que mi pueblo ahonde más en su historia, sino que también esta sirva de refuerzo de esa identidad que como luciteños deberíamos tener. Las autoridades actuales estoy seguro que interesantísimos estarán de servir de canal para la publicación de su libro, un tanto por su deseo de dar al pueblo ese apoyo en cuanto a la enseñanza de su historia -y válgame que en período escolar atiendo en la oficina a muchos estudiantes de bachillerato que buscan información sobre Santa Lucía y el municipio-, más que por otros intereses. Hasta ahora con ellos he estado involucrado en varios proyectos: como miembro del jurado en el concurso escolar para la escogencia de la Bandera Municipal; miembro del jurado en el concurso escolar para la elección del Escudo Municipal, diseñador de las carátulas para los discos compactos del grupo de de música folklórica juvenil «Las Herramientas», un compacto que recoge la música de diferentes géneros grabada por luciteños, y el recopilatorio de Banda Municipal de Conciertos «Don Marcos Correa»; realización del retrato de cuerpo entero del Precursor Francisco de Miranda para su donación al Concejo Municipal, todo ello acompañado de un archivo fotográfico moderno y uno de fotografías antiguas del pueblo y sus tradiciones, las cuales hemos sacado en tres ocaciones de las cuatro paredes para ser expuestas al luciteño, recordándole su pasado para reforzar el presente, camino al futuro. La verdad, creo que es mucho lo que en toda esta materia se ha venido desarrollando, y propuestas e ideas estarán siempre en la mesa para ser evaluadas y de seguro llevadas al palno de la realidad tangible. Estoy cien por ciento seguro que su libro, recibido a tiempo, serviría para ensalzar fechas próximas, tales como el 13 de diciembre, día de nuestra patrona, o el ahora celebrado 23 de enero, día de la fundación de Santa Lucía como encomienda, en el sitio de Pariaguán. Espero mi largo comentario le deje muchos motivos buenos para regalarle a nuestro pueblo, también suyo, esos anales que con tanta fe y cuidado prepara.

      Atentamente,

      Juan Manuela Carrasco Dávila

  3. Esteban Rodríguez dice:

    Quiero expresar por medio de este escrito mi apego a este pueblo de Santa Lucía de Pariaguán (como lo denominaba mi abuela), mi tatarabuelo fué un personaje de prestigio dueño de hacienda(s) y estimado por la gente y por los peones, a quienes ayudaba. Creo que era el dueño de la hoy «casa de la cultura» frente a la plaza, Allí vivió toda mi familia que provenían de España, mi bisabuela que vendría muy pequeña de allá o nacería en Santa Lucía.
    Los hermanos de mi bisabuela se separaron, uno de ellos se casó con una mujer de apellido Landaeta y se fue a vivir a Calabozo, otro despilfarró toda la fortuna y se volvió loco despues de la muerte de mi tatarabuelo; hubo pestes y murieron otras hermanas de mi bisabuela Heriberta Rodríguez. Ella se fué definitivamente quizas en la segunda decada del siglo

    • Saludos amigo Esteban Rodríguez.
      Impresionante historia la de su familia, digna de ser novelada al estilo de Rómulo Gallegos. La Casa de la Cultura fue refaccionada hace unos 3 ó 4 años atrás, cambiándosele el piso de terracota artesanal por terracota o losa de arcilla de manufactura industrial. Allí funciona ahora la Biblioteca Cristóbal Rojas, y a su vez está allí instalada la dirección cultural de dicha casa, adscrita a la Gobernación de Miranda. Como anécdota o hecho curioso, durante la restauración de dicha casa, los obreros que trabajaban en ella descubrieron, enterrada en un nicho oculto dentro de una de las gruesas paredes internas del fondo (lo que asumo fue la antigua «cocina» de la casa, hoy convertida en la oficina de la biblioteca), una botella antigua, hecha a mano (soplada, el grosor del vidrio en la boca de la botella se nota desigual), de un suave color verdozo si se mira al través. Es de esas botellas de fondo macizo. En su interior se hallaba un puñado de cabellos de color castaño claro, del tipo entre liso y enrroscado, pero con más tendencia hacia el liso. La botella, lamentablemente, al ser manipulada por los trabajadores de la restauración, se quebró, sólo se conservaron bien el pico y la base de la botella. Esos elementos los tengo en mi poder, en cualquier momento subo acá unas fotos con alguna descripción sobre lo hallado.

  4. Amelia calma vizcaya dice:

    Es para mi un orgullo y un placer tener mis ancestros nacidos en este pueblo,mi familia eran los dueños de la casa que esta frente a la plaza del pueblo arriba donde es hoy la iglesia evangenlica mi bisabuelo se llama gil maria gonzales era edecan del general Gomez de el nace mi abuela Hilda gonzales la llamaban la niña de los gonzales, por sus hermosos crespos y sus ojos azules, cuantas añoranzas de santa lucia ,alli se desarroyo toda mi familia, recuerdo sus saguanes,sus tinajeros,mi abuelo llevaba el carbon al pueblo y alli conocio a la niña de los gonzales de cuya union nacen tres hijos mi mama y mis dos tios . quien no conocio la camioneta de julian me contaba mi mama se va julian ,llego julian. y el jefe civil que era primo de mi mama.que tiempos aquellos quien no conocio a Amelia Dolores Fernandez una mujer baluarte de santa lucia,a Eloy Claro el pulpero del pueblo bellos recuerdos de ese pedazo de tierra bendito de Dios.

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